martes, 2 de agosto de 2016

Una Justicia llevada demasiado lejos.

"Una justicia llevada demasiado lejos puede transformarse en injusticia." — Voltaire.


(Saltillo, Coahuila a 2 de agosto de 2016). Un ocho de mayo del dos mil doce, en el estado del Altiplano Mexicano, San Luis Potosí, Esperanza Reyes Aguillón era reaprehendida y trasladada a un centro penitenciario ya que había sido condenada a compurgar cinco años de prisión por haber pagado una libreta con un billete de 100 pesos falso (equivalente a menos de cinco euros en su conversión actual), para más detalles ver esta nota.

El código sustantivo penal federal mexicano establece en su artículo
 234 que la pena para quien cometa el delito de falsificación de moneda será de los cinco hasta los doce años de prisión, el mismo numeral describe la conducta típica de falsificación de moneda de la siguiente manera: "Comete el delito de falsificación de moneda el que produzca, almacene, distribuya o introduzca al territorio nacional cualquier documento o pieza que contenga imágenes u otros elementos utilizados en las monedas circulantes, y que por ello resulten idóneos para engañar al público, por ser confundibles con monedas emitidas legalmente."

Reyes Aguillón seguramente lidió y seguirá lidiando con tres estigmas que en México son regla para muchas personas por razón de estructura y cultura, a saber: Primera, Esperanza es mujer; segunda, de origen indígena y; tercera, se encuentra en situación económica de precariedad. Indudablemente todos estos factores resultaron en una defensa inadecuada y la pena severa ya señalada, confirmando la frase que se atribuye a Pablo Neruda, "El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan".  

Esperanza fue liberada un veintinueve de enero de dos mil catorce, lo que equivale a casi tres años de cárcel por un daño cuantificable en menos de cinco euros. Su libertad se dio en gran medida por la presión de los medios de comunicación quienes documentaron la defensa pobre que tuvo durante el proceso penal, la situación de los dos hijos de Esperanza quienes no tenían acceso a su madre debido a que fue trasladada a la prisión federal de Islas Marías (a cien kilómetros de la costa de Nayarit y a casi 600 kilómetros de distancia de la ciudad capital de San Luis Potosí), y sobre todo el asimétrico castigo impuesto por a la conducta desplegada.

Una justicia llevada demasiado lejos puede transformarse en injusticia, efectivamente, cuando la única forma de justicia que podemos concebir es la justicia del sistema de amenaza-castigo, la amenaza funciona muy bien mientras que la conducta indeseada no sea desplegada, una vez que se lleva a cabo ese actuar reprochable, culposo o doloso, el problema es tener que aplicar el castigo, por muchas razones que iremos ilustrando en este Blog, y en el caso que nos ocupa aplicar el castigo (aunque se ha aplicado la pena mínima)  es a todas luces una ecuación desproporcionada.

Por ello es de suma importancia que exista ya la posibilidad de atender las necesidades y responsabilidades de las conductas que dañan y ofenden a través de una justicia que privilegia a las personas y sus relaciones, la sanación, la reparación, la restitución, y la reconciliación. Frente a la retribución que representa el sistema de amenaza-castigo ahora tenemos también la vía de la Justicia Restaurativa.

Su posibilitación, vía reformas constitucionales y creación de leyes reglamentarias generales y locales, significa el inicio de un cambio de paradigmas en México. Ya no hay un único camino que recorrer cuando se han cometido hechos que la ley señala como delitos el proceso penal, ahora tenemos la facultad (en cierto tipo de delitos y en específicas oportunidades procesales) de abordar restaurativamente las consecuencias del delito en las personas.

El caso de Esperanza es uno de muchos casos en que la mayoría reflexiona sobre el sistema de justicia retributivo, y para los que nos dedicamos a promover la justicia dialógica representa una situación que ilustra la necesidad de considerar abordajes de la justicia penal menos punitivos. La historia de Reyes Aguillón es, desde la perspectiva de repensar el modelo de justicia de amenaza-castigo (punitivo), una historia de Esperanza de que la justicia no sea llevada demasiado lejos.


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