¿Pero qué necesidad? ¿Para qué tanto problema? —Juan Gabriel.
Necesidad.
Del lat. necessĭtas, -ātis.
1. f. Impulso irresistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido.
2. f. Aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir.
3. f. Carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida.
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El actuar humano es instrumental según Aristóteles, esto es, la conducta es guiada por una meta u objetivo, algo que mueve el barco conductual y lo dirige hacia un puerto específico. En México decimos que a todo se acostumbra uno, menos a no comer. La necesidad (y los intereses) mueven la forma en que actuamos y nos relacionamos con el mundo, con lo inanimado y nuestros pares.
Por ello, cuando sentimos que la meta u objetivo que necesitamos o que nos interesa alcanzar está obstruido por la meta u objetivo de otra persona, entramos en conflicto. Hay una oposición a la consecución de nuestras metas, luego entonces, es necesario eliminar esa barrera por los medios habitualmente aceptados por la comunidad, la contienda.
Buscaremos aliados, les contaremos nuestra visión de lo sucedido y de lo que debería suceder en justicia, claro está, con una buena carga de abordaje del conflicto basado en la determinación y no en la cooperación, nuestra forma de actuar será competitiva.
Nos enfrentaremos en una guerra de egos, en una batalla de voluntades, donde el estándar o criterio objetivo estará por demás. Lo que importa es eliminar aquella barrera que creemos existe entre nosotros y nuestra meta. Sin embargo, es necesario hacernos la pregunta título de esta entrada, ¿qué necesidad? Lo que se puede traducir en ¿Para qué efecto despliego mi actuar? ¿A qué puerto quiero llevar mi barco conductual?
Hoy veintiocho de agosto de dos mil dieciséis falleció en Santa Mónica, California, Juan Gabriel, el autor de la cita título de esta entrada, un artista en todos los sentidos de la palabra. Juan Gabriel, personaje y personalidad, se preguntó y nos compartió la reflexión ¿qué necesidad?
Cuando estamos en un diferendo con otra persona o grupo de personas, tendemos a demandar, en justicia, que la barrera de la satisfacción de nuestras necesidades (e intereses) sea eliminada. Esto es, pensamos, costumbre individualista, que el problema es la persona quien, según nuestra visión, obstaculiza la consecución de la necesidad.
Empero, la persona y el problema no son sinónimos, y para poderlos separar es necesario hacernos la pregunta planteada por el "Divo de Juárez": ¿Pero qué necesidad? Toda postura asumida frente a una controversia entraña necesidades (e intereses) no satisfechas, presentes o futuras. Entonces si queremos resolver la controversia en cooperación deberemos tomar en cuenta nuestras necesidades, y hablar de ellas, exponerlas y considerar aquellas de la otra persona con quien tenemos el diferendo.
Juan Gabriel, por supuesto (¿o no?), se refería a conflictos propios del romance y las relaciones de pareja al plantearse la pregunta título de nuestra entrada del blog, pero hoy en el día de su acaecimiento, quien esto escribe encuentra una sabiduría oculta en la propuesta: Pensar primero la necesidad que quiero cubrir a efecto de abordar las controversias, antes de desplegar mi conducta, antes de izar velas.
Las necesidades (y los intereses), fondo de nuestras actitudes y conductas, deben ser consideradas si queremos que el conflicto sea resuelto en equidad y justicia, se trata de que podamos relacionarnos en un entorno no de contrincantes, sino de individuos cuyas necesidades rigen su actuar, y en ello encontraremos que existen, frente al conflicto, más necesidades conjuntas que irreconciliables.
Incluso para aquellas diferencias que no son empatables, bajo la idea de que el otro también actúa de manera instrumental, será más fácil transar y encontrar el justo balance entre las necesidades propias y las de la otra parte. Entonces vale la pena preguntarnos: ¿Pero qué necesidad? ¿Para qué tanto problema?
Incluso para aquellas diferencias que no son empatables, bajo la idea de que el otro también actúa de manera instrumental, será más fácil transar y encontrar el justo balance entre las necesidades propias y las de la otra parte. Entonces vale la pena preguntarnos: ¿Pero qué necesidad? ¿Para qué tanto problema?
Descanse en Paz.
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